Un corazón vacío no vale la
pena. Preferible que deje de existir a que lata inútilmente. Sin fuerzas, sin
más, lo más seguro es un infarto. Y al borde de ello es donde se debe sacar la
fuerza para reanudar la búsqueda. Aunque, en estos casos, optaría por
paciencia, mucha paciencia. ¡Al diablo la resistencia! Deme una recarga doble
de paciencia, porfa, con dos de azúcar.
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