miércoles, 4 de julio de 2012

Un corazón.


Un corazón vacío no vale la pena. Preferible que deje de existir a que lata inútilmente. Sin fuerzas, sin más, lo más seguro es un infarto. Y al borde de ello es donde se debe sacar la fuerza para reanudar la búsqueda. Aunque, en estos casos, optaría por paciencia, mucha paciencia. ¡Al diablo la resistencia! Deme una recarga doble de paciencia, porfa, con dos de azúcar.

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