viernes, 18 de noviembre de 2016

Un rincón cerca de nada.

Podría sentarme en este mismo lugar, "nuestro rincón cerca del cielo" y recordarte. Podría recordar las dos veces anteriores, las promesas hechas y los planes deshechos, pero lo cierto es que el lugar tampoco es el mismo. La banca de ese día ya no está, tú tampoco estás y la "yo" de hace un año, tampoco. El lugar sigue tan hermoso como siempre, pero por ninguna parte veo el letrero de que siga siendo nuestro. Hoy vengo sola y no por primera vez, hoy vengo feliz, plena y sin miedo a lo que pase. Hoy vengo sin tanto rollo a vivir este lugar, a vivir, y decidida a ya no mirar atrás. ¿Qué le da título de propiedad a un lugar? La conquista, la batalla o el mero capricho de ponerle uno. 
No lean esto como una carta de despecho, sino como una declaración de libertad, de agradecimiento y el finiquito de un ciclo que se tenía que cerrar: logré que te volvieras un ciclo, y nada más. 
Y volveré a venir tantas veces pero ya no es nuestro rincón, ni es mío, es una parte de mi alma y de mi lugar favorito, es simplemente un rincón cerca de nada. 


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