lunes, 3 de julio de 2017

Siluetas.

No me pidas que apague la luz, esa se apagó desde hace tiempo. Solo era tu silueta lo que se alcanzaba a divisar, en claroscuro, a contraluz, entre cortinas. Y la mañana se llevó esa noche, y el día le dio paso a la realidad, esa aplastante realidad de dos extraños amaneciendo en el mismo colchón, y nada más. No uno solo, ya no el mismo ser, sino dos individuos separados que vivían del pasado, pensando en un futuro cuando ni siquiera el presente era seguro. 
Y por eso fue más fácil caminar hacia el poniente, no ver atrás una vez más, sino pagar con el pasaje los errores y lavar con las canciones los recuerdos. 
Y por eso, te bendigo, te deseo felicidad, te deseo que tu corazón vuelva a brincar, que todo empiece desde cero.
Porque las personas como tú y como yo, merecemos un para siempre después de todo, merecemos que nuestras almas brinquen, aunque no nos merezcamos el uno al otro ni todo lo que estamos sacrificando por eso. 
Volamos juntos y nada más, nos impulsamos para volver a emprender el vuelo, pero esta vez en solitario, cada quien en distinto cielo. Nuestro vuelo finalmente sirvió para dejarnos ir, pues no era nuestro cielo, solo era el cielo, tanto tu cielo como mi cielo, un cielo grande, pero ¿quién sabe? Tal vez no lo suficiente como para no volvernos a cruzar. 

sábado, 4 de marzo de 2017

Merezco un para siempre

Hay veces que me entran unas perras ganas de tirarme a oír jazz toda la tarde. Otras, que quisiera salir a las 12 de la noche solo porque se me antojó algo de cenar, o vaciar una botella de vino blanco dulce aunque abrirla cueste media hora de tiempo e ingenio. Muchas más quisiera pasar el domingo en familia, frente a una chimenea o con un café de olla, o salir del trabajo y comer en cualquier lugar. Todo, contigo... es la única diferencia. ¿Lo sigo imaginando o tengo que hacer una plana para decretarlo? Merezco un para siempre. Merezco un para siempre. Merezco un para siempre... 

lunes, 26 de diciembre de 2016

Si alguna vez te he amado:

Si alguna vez te he amado:
Hola. Soy yo. La que en algún momento de la vida fue tu "amor", tu "bebé", tu "flaca", o cualquier apodo cariñoso por el que me hayas llamado. Si estás leyendo esto es porque en algún momento compartí mi vida contigo, tal vez fuiste el primero, el segundo o el último, pero fuiste importante y dejaste una huella en mi corazón. Hoy, que estoy sola y que recuerdo mis relaciones pasadas, vino a mi mente tu recuerdo, y sonreí, porque decidí evocar los buenos momentos y no recordar los motivos que hoy no nos permiten estar juntos. Gracias por las risas, los mensajes, las caminatas, las veces que me llevaste a mi casa, o las que me quedé dormida a tu lado. Gracias por velar mi sueño, por darme chocolates o por ver conmigo la luna, al menos una vez. Si alguna vez te he amado, sabes que fuiste afortunado, pues aunque -como todos- tengo defectos, también soy dueña de un gran corazón en el que viviste el tiempo que haya durado lo nuestro. Sobre todo, gracias por darme la oportunidad de amar, de dar hasta sangrar, de llorarte hasta empapar mi almohada, de pensar en ti con cada canción, de prepararte sorpresas y de soñar planes contigo. Gracias, porque me preparaste para mi próximo amor, porque me hiciste borrar las cicatrices de los anteriores y porque me hacías sentir hermosa. Hoy decidí que, si de cuando en cuando te recuerdo, quiero ver lo bueno y no lo malo, incluso puedo llegar a extrañarte, porque siempre te llevaré dentro de mi. 
Si estás leyendo esto, quizás fuiste mi primer, mi segundo o mi tercer novio, quizás nunca lo fuiste, quizás no estaba claro. Pero te amé y tú me amaste, y siempre habrá un lazo que nos una, en cualquier canción, en cualquier esquina o en cualquier aroma que nos atestiguó. 

viernes, 18 de noviembre de 2016

Un rincón cerca de nada.

Podría sentarme en este mismo lugar, "nuestro rincón cerca del cielo" y recordarte. Podría recordar las dos veces anteriores, las promesas hechas y los planes deshechos, pero lo cierto es que el lugar tampoco es el mismo. La banca de ese día ya no está, tú tampoco estás y la "yo" de hace un año, tampoco. El lugar sigue tan hermoso como siempre, pero por ninguna parte veo el letrero de que siga siendo nuestro. Hoy vengo sola y no por primera vez, hoy vengo feliz, plena y sin miedo a lo que pase. Hoy vengo sin tanto rollo a vivir este lugar, a vivir, y decidida a ya no mirar atrás. ¿Qué le da título de propiedad a un lugar? La conquista, la batalla o el mero capricho de ponerle uno. 
No lean esto como una carta de despecho, sino como una declaración de libertad, de agradecimiento y el finiquito de un ciclo que se tenía que cerrar: logré que te volvieras un ciclo, y nada más. 
Y volveré a venir tantas veces pero ya no es nuestro rincón, ni es mío, es una parte de mi alma y de mi lugar favorito, es simplemente un rincón cerca de nada. 


lunes, 7 de noviembre de 2016

De amputaciones y miembros fantasma.

Cuando una parte del cuerpo falla, fallará todo lo demás, y por eso existen las amputaciones: no hay cuerpo saludable con un pie engangrenado, con una mano destrozada, así como no hay forma de que la vida siga su curso si se arrastran los fantasmas del pasado. Ayer decidí amputarte, porque tu recuerdo me pesaba, porque tu voz me atormentaba, y porque todo iba bien, menos la parte que eras tú. Decidí amputar todo rastro tuyo de mi cuerpo, de mi cuarto, de mis muebles y de mis búsquedas recientes, porque detenerme en cada recuerdo era prolongar una agonía. No hay manera de cargar con tantos mil recuerdos sin perecer en el intento, no hay manera de cargar nuestro universo a cuestas sin que las vértebras se vuelvan cal. Y si te dicen que ya te olvidé, no es eso, es solo que se me hizo más fácil amputarte, ponerte en un frasco y continuar, porque ni yo sería capaz de seguirte velando en mi interior. Camino de frente y sin dolor, solo queda la molestia de la cicatriz de esta cirugía, de este exorcismo, de esta ceremonia de borrarte al estilo de Clementine, de esa Clementine que ahora soy y de ese Joel que ahora eres. Ahora no eres más que alguien más, a quien debo evitarle la mirada para no tener este síndrome del miembro fantasma, que a fin de cuentas sigue siendo un fantasma acechando. Y desde la cicatriz te digo, que elijo no hacer caso, que elijo indiferencia sobre melancolía, y que la cicatriz en la que te convertiste es solo una cicatriz que ya ni dolerá, porque está empezando a cicatrizar. 

sábado, 15 de octubre de 2016

Sábado.

Esta es una de esas noches de sábado que en su momento hubiéramos pasado arreglándonos para salir, para estar con tus amigos o los míos, dependiendo. Era una de esas noches para que se nos hiciera tarde porque nos daba flojera arreglarnos, pero llegar a tiempo y con el cabello alborotado. En cambio, esta y todas ya son para mis planes, ya ni siquiera sé si estás aquí, si ya te fuiste, si llegaste bien. Cuánto daría por ver un mensaje de "llegué bien, te veo el lunes" -o que tu mamá me lo mandara, porque tú siempre te olvidabas-. Pero estoy casi segura de que estás a punto de salir, de irte a reunir con tus amigos, y yo estoy haciendo lo mismo. La vida de los dos sigue siendo casi igual que antes, solo que ahora ya no compartimos ni los planes, ni el taxi, ni la cama, ni la noche. Solo compartimos recuerdos en común, y cada quien suspira por su lado. 

domingo, 22 de mayo de 2016

Perdida.

¿Y si la luna me viera embelesada, mirándola a escondidas, detrás de mi ventana? 
¿Y si supiera que aún suspiro, perdiendo la mirada, con el cielo de testigo?
Pensaría que, como todas, mi vida pende en torno a su brillo,
y que en noches de cielo opaco, mi vida acaba, y no respiro. 
Mas no es la luna, ni es su brillo, ni es su encanto vespertino;
es que en noches como esta, aún recuerdo, que en sus ojos me he perdido.