miércoles, 26 de junio de 2013

Querida Caro (dos puntos)

Querida Caro:

Desde que regresé, todo es muy raro, como que el mundo se hubiera invertido... extraño más a la gente que se quedó allá, que a los que extrañaba cuando no estaba acá. Los que me extrañaban ya no me quieren, y es como llegar a una casa vacía, donde todo está empacado para mudanza y todo se cubre de plástico y sábanas blancas. Es bueno estar en familia, a pesar de los tropezones nos hacemos compañía y luchamos por sacarnos adelante unos a otros. Mi concepción de los amigos y del "para siempre" ha cambiado... estoy muy confundida entre lo que quiero y lo que debo hacer. Extraño lo bonito que tenía antes y lamento que ya no sea así, aunque me cuesta distinguir entre lo que es mi culpa y lo que ya no lo es, y no sé qué hacer al respecto. Estoy entre el "déjalo ir" y el "¿estaré haciendo lo correcto?" pero creo que nadie viene a la vida con un manual incluido de relaciones interpersonales.
Del amor ni se diga, eso me tiene más confundida aún... claro que las cosas son muy evidentes, es sólo que no las quiero ver y vivo imaginando cosas que nunca pasarán... al menos no en esta vida. Creo que en ese aspecto me entiendes y te entiendo... sólo nos falta entendernos a nosotras mismas.
Todo es relativo, mis emociones son como una mezcla de agua y aceite que sólo terminarán por hacerme vomitar, espero tener una bolsa a la mano cuando eso pase.
Te extraño, y me extraño a mí misma, a la Alee de antes...
Te escribo cuando pase a la siguiente etapa (:

viernes, 7 de junio de 2013

Aprendí.

He aprendido a acompañar mi café con un cigarro. A caminar sobre el lado derecho de la banqueta, y no debajo de ella. He aprendido a andar en motocicleta, a dormir acurrucada, pero no incómoda, a usar frases y dibujitos que ni sabía que existían.
Aprendí a amar canciones de géneros que antes no escuchaba, a compartir mi música y mis gustos, y a comer las palomitas sin catsup. A tomar más Coca que agua, a cruzar la calle a brincos y a dejarme el cabello suelto, hacia un lado.
Puedo aprender más cosas, así como aprendí el dolor de una canción, a no dedicar ninguna de Ornelas, a que me hicieran mole de desayuno, a guardar recuerdos de viajes, a encajar (o no encajar) con cuñadas y suegros.

Lo que aún no he aprendido, es a ser prudente, a amar con medida y a pensar en mí antes que en otra persona. Ni creo aprenderlo nunca…

martes, 4 de junio de 2013

No vale la pena

Podría decir que lo peor es despertar pensando en ti. Que dormir con tu recuerdo ya se me hizo costumbre, pero que aparezcas durante y al final de mis sueños ya es demasiado. Que si quieres regresarme mis cosas yo haré lo mismo, pero que me regreses los meses a tu lado, los besos, las caricias, los planes a futuro. Que te lleves los recuerdos buenos, que son los que duelen más. Y lo que sobre, quédatelo.

Que amé tus manías, te di mi cielo, te abrí mis venas y te mostré mis letras. Conocí el lado tuyo que todos aman, pero también conocí el que no muchos soportarían. ¿Cómo puedes ahora decirme que fui yo quien lo arruinó? Tal vez te di de más y no estabas acostumbrado a eso, tal vez fue demasiado. Que ahora ya nada importa, se escapó entre tus dedos, y ya no volverá.

Pero no. No voy a decir nada de eso, porque no vale la pena.